martes, 11 de junio de 2013

Adios a la reina de Benoît Jacquot. (Les adieux à la reine, 2012)


Los últimos días de la monarquía francesa, la toma de la Bastilla y el encierro de los diputados en el Juego de la Pelota reunidos en Asamblea nacional forman el contexto en el que se fragua la estrecha relación entre una reina, María Antonieta y su fiel sirviente y lectora, Sidonie Laborde. La vida en la Corte sufre un cambio radical en su dinámica interna. Ya no se respira la paz y la tranquilidad de antaño, la agitación reina por los pasillos y muchos nobles huyen de palacio o acaban suicidándose antes de que la hoja de la guillotina del pueblo se haga con su preciada cabeza. La reina inicia también los preparativos para la eventual huída, pero Sidonie, ajena a los rumores que circulan continúa cumpliendo su más sagrada misión, servir a la reina en todo los posible. Una unión sospechosa que no hace más que crecer cuánto más indiferente es la Gran Dama ante la devoción de la sierva, una reina consagrada únicamente a sus deseos y caprichos y últimamente sus caprichos se condensan en una sola persona, una joven cortesana que acepta las atenciones de una reina que ha perdido la cabeza por el tacto de su piel. Tal es el amor de la reina, que su único anhelo será el de salvar la cabeza que idolatra y para ello ofrecerá al verdugo, cuál animal se tratase, la piel y el cuello de una sustituta que apacigüe la sed de sangre de la plebe. Hasta que punto el amor puede ser tan intenso que por él entreguemos nuestra vida, nuestro orgullo para servir de cordero en el sacrificio de la vida. Película histórica con una gran ambientación que se centra en una anécdota de una Corte tan criticada por los pensadores franceses y que tras la monotonía del ya conocido discurso, nos depara una sorpresa simple pero efectiva.
Silvia

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