miércoles, 12 de junio de 2013

Masquerade de Choo Chang-Min. (광해, 왕이 된 남자 , 2012)


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El rey tiene miedo de que lo envenenen y por eso ha pedido a su secretario que se encargue de encontrar a alguien que se le parezca y que pueda ocupar su lugar. Pero el proceso ha sido más rápido de lo que el rey de esperaba y el actor elegido es rápidamente sentado en el trono antes de que la Corte se de cuenta de lo ocurrido. Mientras tanto el rey es trasladado y escondido en un templo no lejos de allí.  El bufón tendrá que obedecer en todo al secretario de Estado y tener especialmente cuidado con los ministros que no conocen la trama y que posiblemente estén detrás de la trama contra el rey. El actor entrará en el papel como un gran profesional y casi nadie podrá notar la diferencia, a no ser por ciertas personas muy cercanas a él. Sin embargo, el corazón del sustituto será radicalmente distinto del verdadero rey y poco a poco conseguirá, con sus acciones, ganarse el respeto y el amor de los siervos de la Corte. Del mismo modo, dará pie a una serie de nuevas leyes más justas con el pueblo y se ocupará personalmente de asuntos privados que hasta ese momento habían sido descuidados. Mientras tanto, el rey se ha restablecido y será puntualmente informado de todo lo ocurrido en Palacio durante su ausencia. El verdadero rey tendrá que volver a su reino y la desgracia acecha al falso pero amado impostor que tendrá que huir para salvar su vida. Pero algo ha cambiado en el reino y el legado del actor no pasará desapercibido para nadie, lo justo tendrá que prevalecer por encima de la injusticia y la tiranía e incluso los más poderosos tendrán que reconocer su falibilidad humana y plegarse ante la sabiduría popular que tanto bien ha hecho en sus territorio. Pero los agradecimientos son vanos y la debilidad humana es siempre patente cuándo el reconocimiento negado se evapora a bordo de una nave que se dirige lejos de unos siervos felices de los pocos días transcurridos en la paz de la normalidad. Un tema repetido en múltiples ocasiones en la historia del cine y extraída de un relato de Mark Twain, se nos presenta en esta ocasión en tierras coreanas con una duración que no deja de sorprender pero que a la hora de la verdad la diversión y el modo de enfrentarse al argumento nos envuelven en una telaraña china que no deja lugar para el tedio.
Silvia

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