viernes, 7 de junio de 2013

Ira de titanes de Jonathan Liebesman. (Wrath of the titans, 2012)


Perseo, viudo y con un hijo pretende dedicarse a una tranquila vida de pescador. La visita de su padre Zeus, enturbia esa paz cuándo le comunica que necesita su ayuda para combatir a Hades que se apresta a ayudar al padre de todos los dioses, el titán Crono, desterrado por sus propios hijos. Sin embargo, Hades con la ayuda de Ares consigue atrapar a Zeus y Perseo finalmente se verá obligado a intervenir. Ayudado por Andrómeda y Agénor, el hijo rebelde de Poseidón buscarán a Hefesto, el dios caído, para que les conduzca al pasadizo secreto del infierno que él mismo diseñó. Es una lástima que un tema tan rico como la mitología no se transforme en cintas más espectaculares o por lo menos que consigan interesar al espectador. La historia narrada de forma lineal, en el que los intérpretes deben pasar una prueba tras otra como si de las Olimpiadas se tratase, entretiene pero no entusiasma. Alguna escena de acción interesante pero en conjunto se podrían calificar de rebuscadas y planificadas para que se convierta casi obligatoriamente en una trama de acción. Por lo que respeta a los personajes cabe destacar la frialdad y apatía de su protagonista, Perseo, con el que es imposible identificarse y que de ningún modo destaca cómo héroe, aburrido y soso, vive cada momento en que arriesga la vida del mismo modo en el que podría enfrentarse al panadero de la esquina, sin entusiasmo, sin preocupación, en fin, sin ninguna emoción aparente.
Silvia

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