Los últimos días de la monarquía francesa, la toma de la
Bastilla y el encierro de los diputados en el Juego de la Pelota reunidos en
Asamblea nacional forman el contexto en el que se fragua la estrecha relación
entre una reina, María Antonieta y su fiel sirviente y lectora, Sidonie Laborde.
La vida en la Corte sufre un cambio radical en su dinámica interna. Ya no se
respira la paz y la tranquilidad de antaño, la agitación reina por los pasillos
y muchos nobles huyen de palacio o acaban suicidándose antes de que la hoja de
la guillotina del pueblo se haga con su preciada cabeza. La reina inicia también
los preparativos para la eventual huída, pero Sidonie, ajena a los rumores que
circulan continúa cumpliendo su más sagrada misión, servir a la reina en todo
los posible. Una unión sospechosa que no hace más que crecer cuánto más
indiferente es la Gran Dama ante la devoción de la sierva, una reina consagrada
únicamente a sus deseos y caprichos y últimamente sus caprichos se condensan en
una sola persona, una joven cortesana que acepta las atenciones de una reina
que ha perdido la cabeza por el tacto de su piel. Tal es el amor de la reina,
que su único anhelo será el de salvar la cabeza que idolatra y para ello
ofrecerá al verdugo, cuál animal se tratase, la piel y el cuello de una sustituta
que apacigüe la sed de sangre de la plebe. Hasta que punto el amor puede ser
tan intenso que por él entreguemos nuestra vida, nuestro orgullo para servir de
cordero en el sacrificio de la vida. Película histórica con una gran ambientación
que se centra en una anécdota de una Corte tan criticada por los pensadores franceses
y que tras la monotonía del ya conocido discurso, nos depara una sorpresa
simple pero efectiva.
Silvia
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