Un vendedor ambulante de relojes de luto por la muerte de su
padre y preocupado por la salud mental de una madre budista y obsesionada con
el retorno del padre, conoce por casualidad a una joven empeñada en comprar un
reloj que no está en venta. La mujer debe viajar a París y necesita un reloj
que marque dos horas y es justamente el que usa el vendedor. A partir de ese
momento se establece una fuerte conexión entre ambos que unirá los
acontecimientos diarios en los dos lados del mundo. Una película intimista, con
un ritmo lento y pausado, un gran cuidado estético en cada una de las escenas
reduciendo los diálogos a su mínima expresión en un contexto en el que los
largos soliloquios serían innecesarios para concentrar la atención del
espectador en lo que realmente importa, la forma.
Silvia
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