El rey tiene miedo de que lo envenenen y por eso ha pedido a
su secretario que se encargue de encontrar a alguien que se le parezca y que
pueda ocupar su lugar. Pero el proceso ha sido más rápido de lo que el rey de
esperaba y el actor elegido es rápidamente sentado en el trono antes de que la
Corte se de cuenta de lo ocurrido. Mientras tanto el rey es trasladado y
escondido en un templo no lejos de allí.
El bufón tendrá que obedecer en todo al secretario de Estado y tener
especialmente cuidado con los ministros que no conocen la trama y que
posiblemente estén detrás de la trama contra el rey. El actor entrará en el
papel como un gran profesional y casi nadie podrá notar la diferencia, a no ser
por ciertas personas muy cercanas a él. Sin embargo, el corazón del sustituto
será radicalmente distinto del verdadero rey y poco a poco conseguirá, con sus
acciones, ganarse el respeto y el amor de los siervos de la Corte. Del mismo
modo, dará pie a una serie de nuevas leyes más justas con el pueblo y se
ocupará personalmente de asuntos privados que hasta ese momento habían sido
descuidados. Mientras tanto, el rey se ha restablecido y será puntualmente
informado de todo lo ocurrido en Palacio durante su ausencia. El verdadero rey
tendrá que volver a su reino y la desgracia acecha al falso pero amado impostor
que tendrá que huir para salvar su vida. Pero algo ha cambiado en el reino y el
legado del actor no pasará desapercibido para nadie, lo justo tendrá que
prevalecer por encima de la injusticia y la tiranía e incluso los más poderosos
tendrán que reconocer su falibilidad humana y plegarse ante la sabiduría
popular que tanto bien ha hecho en sus territorio. Pero los agradecimientos son
vanos y la debilidad humana es siempre patente cuándo el reconocimiento negado
se evapora a bordo de una nave que se dirige lejos de unos siervos felices de
los pocos días transcurridos en la paz de la normalidad. Un tema repetido en múltiples
ocasiones en la historia del cine y extraída de un relato de Mark Twain, se nos
presenta en esta ocasión en tierras coreanas con una duración que no deja de sorprender
pero que a la hora de la verdad la diversión y el modo de enfrentarse al
argumento nos envuelven en una telaraña china que no deja lugar para el tedio.
Silvia
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