martes, 20 de noviembre de 2012

El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde de Robert Louis Stevenson. (Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde, 1886)


tapa del libro: El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hide
La rutina, el aburrimiento, el inexorable paso del tiempo que nos aboca a una vida concentrada en el final, que nos conduce por senderos inesperados a veces y previsibles en otras circunstancias. La vida en sociedad, la obligada interacción con nuestros semejantes, inmersos en la cotidianidad del trabajo, la familia, los amigos, el café por la mañana en el bar, la cerveza por la tarde después del trabajo, el restaurante los fines de semana, la vida del adulto que todos quisimos en algún momento evitar. Las relaciones humanas, similares pero distintas que debemos practicar en cada minuto y cada segundo del día, cifradas y codificadas por la ley, que nos impulsan y nos canalizan hacia un comportamiento esperado y aceptado por todos como correcto. Pero, ¿es posible evitar lo que ha sido escrito por una sociedad instrumentalizada para producir y consumir? ¿Es posible encontrar un modo para poder hacer lo que salga del alma sin ataduras ni constricciones? ¿Es posible elegir el momento y el lugar para salir de los esquemas en los que nos han educado concienzudamente? El doctor Jekyll, en su laboratorio, encontró la fórmula para dividir su ser, para dividir al eminente, serio, aclamado y respetado doctor, de su otro ser, el más oculto, el violento, el libre de ataduras, de preconceptos, la libertad humana personificada en un ser que puede vivir y debe vivir aislado de todo y de todos, la liberación del espíritu encadenado por los convencionalismos, la facultad de ir, pensar, decir lo que hay de más profundo y en lo más recóndito del cuerpo humano. De este modo, Jekyll, consigue, mediante la transformación, quitarse la máscara que cada mañana al amanecer debe ponerse para compartir el espacio vital de sus compañeros, la farsa de los días en los que no cree, ni consiguen llenar el vacío de lo sublime. Sin embargo, la libertad puede también volverse un arma de autodestrucción. Una vez que se abre la puerta, una vez que se consigue la llave que llena de oxígeno nuestros pulmones, no es tan fácil bajar la cabeza y volver atrás. La explosión de los sentidos no puede ya extinguirse con el olvido y las consecuencias, a veces, los efectos secundarios, podrían acabar con la vida perfecta y ordenada, que, al fin y al cabo, consigue colmar, los pequeños deseos cotidianos.

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