domingo, 18 de noviembre de 2012

La condición humana de André Malraux. (La condition humaine, 1933)


La condición humana relata la revolución que se llevó a cabo en Shanghai en 1927 cuándo el partido comunista y su colaborador el partido nacionalista Kuomintang se enfrentan a los militares que gobiernan el país ligado indisolublemente como colonia a las diversas metrópolis. Una revolución que prometía traspasar la teoría staliniana del comunismo en un solo país, continuar, asentarse y expandirse en China y desde ahí dar el gran salto y expandirse finalmente por el resto del mundo para acabar con las injusticias y la opresión del proletariado. La traición de Kai-shek, sin embargo, acabó entregando a los comunistas a sus verdugos, convirtiendo lo que debería ser como el inicio de una nueva era, en una purga cruel y metódica de todos los que habían ayudado al Kuomintang. La historia nos propone así a una serie de personas que dedican toda su existencia a un objetivo, un objetivo personal o común, quizá en ocasiones con reminiscencias individualistas pero todos ellos con entrega hacia lo que creían justo, hacia un ideal que alimentaba sus días con un motivo para vivir o para morir, pero siempre algo que llenaba su alma, su mente  los convertía en seres en busca de un elemento que ha atormentado la raza humana, la condición humana desde la Grecia arcaica, la búsqueda del absoluto, una búsqueda sin final, tal vez imposible de alcanzar que enlaza con la particularidad de cada uno de ellos, que se encuentran y se separan porque el individualismo también bebe de la fuente del absoluto, que todo lo abarca y todo reduce a una única pregunta, cuál es la condición humana.

Silvia

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