domingo, 4 de agosto de 2013

La vida de Pi de Yann Martel. (Life of Pi, 2001)


 
La vida de Pi no tiene nada de común, no se trata de una vida cualquiera, tranquila y sencilla en un confortable ambiente familiar. La vida de Pi transcurre en un zoológico propiedad de su familia entre animales salvajes de diversos tamaños  y procedencias aprendiendo sus costumbres, observándolos y convirtiéndose con el tiempo en parte integrante de su vida. Pero los tiempos cambian e India ya no es un lugar apacible en el que vivir, por eso la familia de Pi decide vender el zoo y sus miembros y embarcarse con algunos de ellos hacia un destino lejano y desconocido, una cultura radicalmente opuesta y atravesar los océanos en un viejo carguero japonés hacia su destino final, Canadá. Pero a medio camino la travesía es truncada por un inexplicable accidente que hunde el barco y con él a toda la tripulación. Pi lucha incansablemente contra las olas que amenazan con cortar su vida y consigue aferrarse a un bote y asimismo salvar la vida de un peculiar compañero de viaje, Richard Parker. Enseguida se arrepiente de su acto ya que la vida con Richard es difícil, peligrosa y domarlo será la única repuesta que le permita asegurar un mínimo de subsistencia. Los alimentos del bote salvavidas son pocos y la pesca difícil y por eso mismo convivir durante seis meses a la deriva por un océano sin identificar se convertirá en una experiencia ardua y enloquecedora. Las coincidencias son múltiples y encontrar agujas en el gran pajar de agua que forma el Pacífico que den alguna esperanza para continuar intentado seguir adelante aparecerán en forma de espejismo convertidas en realidad ante el roce de la mano. Una historia imposible de creer para los expertos de grandes compañías navieras que intentarán encontrar una explicación plausible para un accidente de tal envergadura. La verdad es diferente para cada punto de vista pero sobrevivir es fundamental y la esperanza será la única compañera ante una tragedia vital adornada con un poco de docilidad animal que quite las asperezas y presione a la mente para que no abandone la racionalidad.
Silvia

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