viernes, 23 de agosto de 2013

The deep blue sea de Terence Davies. (2011)

Un viaje emocional hacia el interior de una alma convulsa por la pasión desenfrenada de un amor prohibido, alejado de los convencionalismos de una Inglaterra del 1950. Como se puede amar a un hombre que ya no tiene nada que ofrecer, un hombre infantil y tan desequilibrado como egoísta para alejarse de la estabilidad emocional que un hombre serio, maduro y responsable pueda ofrecer. Las pequeñas gotas de sí mismo que ofrece un hombre a una mujer insegura y joven representan un inmenso océano de emociones que logran exaltar los sentimientos para crear una atmósfera de ensueño en la que nadie ni nada más existe en ese pequeño mundo que representa la habitación de una pensión que ha substituido una cómoda y lujosa vida. Los retazos de pasión que pintados en el lienzo que ella misma ha tejido para sustraerse a la mediocridad de una vida burguesa acuciada por la insensibilidad de una clase social, la colocarán entre dos mundos radicalmente opuestos en los que se debate su corazón. El amor y la pasión que se convertirán en su propio verdugo, envenenando un corazón al borde del precipicio y un aprecio sostenible que aporta lazos intelectuales imposibles de superar. Un rostro que expresa de forma sutil y delicada la admiración por la jovialidad y el entusiasmo, que sufre cuándo el alma es destruida, golpeada y rota en pequeños pedazos, un sufrimiento patente que se soporta con paciencia, del que es imposible alejarse por más que la comprensión sea relevante, por mucho que la cuerda sofoque el aire que entra en los pulmones, un dolor acuciante que se convierte en la droga de cada día, agarrándose con ambas manos al olvido pero volviendo a soltarse cada vez que una palabra, una mirada, un gesto devuelvan la esperanza. La atmósfera difuminada, la composición tan bien lograda para una obra de teatro llevada al cine, nos introducen hasta el fondo de la médula de un emocionante sentimiento que invade la pantalla y se apoya en unos violines que empujan las pasiones hasta el interior de los pensamientos ofreciendo la verdad de una historia que sólo puede ser comprendida por quién alguna vez la haya vivido.
Silvia

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