sábado, 19 de enero de 2013

Django desencadenado de Quentin Tarantino. (Django unchained, 2012)



Una noche, un sacamuelas en su carromato, detiene a unos negreros que se dirigen a algún mercado de esclavos para vender su mercancía. Su propósito es adquirir uno de ellos, un antiguo empleado de una plantación que sería capaz de recordar perfectamente el rostro de los tres capataces. Tras un intercambio decididamente violento, comienza el viaje del doctor alemán King Schultz, convertido en cazarrecompensas y Django, ya como hombre libre, negro y a caballo. Schultz admirado por la cualidades naturales de Django como pistolero y como asesino le propone un acuerdo mediante el cual, los dos trabajaran juntos durante un invierno y una vez que las nieves de hayan derretido, lo ayudará a buscar, encontrar y liberar a su mujer Broomhilda. Y el trabajo continúa, y en cada una de las misiones, cada uno de los pistoleros tendrá que desempeñar un papel, como si de una comedia se tratase, para conseguir acercarse a sus víctimas, y así el tiempo pasa y llega el ansiado momento en el que los dos hombres localizaran el paradero de Broomhilda. Un lugar terrible para cualquier hombre negro, la plantación de Candie. Un lugar dónde se trabaja hasta la extenuación, y luego se muere, sin dejar más que un cráneo vacío. Un lugar dónde, para diversión de sus invitados, los negros, los mandingos, deben luchar entre ellos, hasta que uno caiga bajo los puños de su adversario, su hermano en la miseria del exilio forzoso, del rapto, del secuestro, de la opresión y dominación por parte de una supuesta raza dominante, que encuentra placer en el dolor y en la muerte violenta de otros seres que viven atrapados en el infierno de la sumisión y el terror ante una posible y casi segura tortura que depende totalmente de la voluntad de su señor. En esta plantación, en la Casa Grande, los dos hombres intentarán establecer un acuerdo para la compra de un mandingo a un precio exorbitado, estratagema planificada para poder de este modo, llegar hasta Broomhilda. Un subterfugio que será descubierto por uno de los negros de la casa, un hombre cruel, que odia a su propia raza, un hombre que se comporta como si de un blanco se tratase, un hombre que ha olvidado su propia condición de esclavo y su color y echa a los perros a sus hermanos de sangre. Ante tal horror, ante tanta barbarie, un simple acuerdo pacífico, no podría ya satisfacer la consciencia atormentada que ha asistido a tantos actos de crueldad insostenible para un ser humano. Una mano estrechada, no puede ser la conclusión de un contrato, ya no basta, y el instinto aflora dando paso a toda la rabia apenas contenida, a toda la sed de venganza, desencadenando así, la furia de Django.
Al más puro estilo de Tarantino, que nos trae en esta ocasión un western, asistiremos, durante más de dos horas, a largos monólogos de cada uno de los personajes, que se definen y distinguen por sus palabras. Largos discursos para introducir acciones breves, rápidas, contundente, convincentes enmarcadas con bruscos zoom que pasarán en cuestiones de segundos de un plano general a un primer plano recogiendo la tradición de los antiguos westerns, así como poéticas imágenes de vaqueros que cabalgan al calor de un hermoso atardecer. Una banda sonora escogida y cuidada como en cada película del director, nos introducirá eficazmente en cada una de las escenas escogidas y enmarcadas por su música. Tarantino no se resistirá, tampoco en esta ocasión a hacer un cameo con un pequeña intervención junto a otras viejas y desgastadas glorias como Don Johnson o Franco Nero, aunque el desgraciado papel del director  en el que apreciaremos su rotundidad, estará abocado a un triste y previsible final.

Silvia

Trailer

1 comentario:

  1. Una decepción 'Django', no me esperaba un clásico pero sí una película más divertida. Apenas aparecen esos diálogos crujientes marca de la casa, y como siempre, qué pena que sus pelis estén tan vacías. ¿Cuándo encontrará messieur Tarantino algo para lo que tan bien sabe hacer: contar? Un saludo!

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