domingo, 13 de enero de 2013

La espada de fuego de Javier Negrete. (2003)



El Zemalnit ha muerto y los Pinakles se han llevado la Espada de fuego, Zemal, la legendaria, forjada por los dioses a un lugar y a la que sólo los Tahedoranes, los maestros de la espada elegidos, podrán acceder y no sin ello estar sometidos a un sinfín de luchas, sufrimientos, traiciones y pruebas en las que sólo uno, sólo el verdadero merecedor de tal honor, tal y cómo reflejan las profecías, podrá tomar en sus manos tal honor y convertirse así en el nuevo Zemalnit. Derguín Gorión acompañado del mago Linar, Mikhon Tiq su amigo y aprendiz de Linar y el gran Kratos se encaminarán hacía la búsqueda final contra su temible enemigo Togul Barok el hombre de las dobles pupilas e hijo de los dioses. Con la compañía de otros Tahedoranes, conscientes de que al final del camino, sólo uno podrá prevalecer, atravesarán, valles, montañas, ríos, se enfrentarás a sus enemigos reunidos con un pacto de sangre para retomar tiempos lejanos en los que los dioses reinaban impunemente sobre todos los hombres. Un semidios de pupilas dobles que esconde un secreto olvidado en el tiempo y que florecerá de nuevo cuándo las circunstancias sean más favorables acechará con un largo brazo detrás de cada recoveco. Un relato estructurado en una sociedad atada por su estructura y sus objetivos a la polis griega, adornada por unos dioses crueles y vengadores al verdadero estilo de la Grecia arcaica, en la que las anfictionías no podían faltar, nos revela la formación  clásica de su autor que logra atraparnos con una prosa actualizada y fantásticamente bien estructurada que nos sumerge hasta el fondo de un nuevo mundo, Tramórea del que no podremos salir hasta lograr respirar hasta el último aliento cada uno de los minutos en los que transcurrirán las próximas leyendas que del enfrentamiento entre hombres y dioses resultarán.
Silvia

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