Una noche, un sacamuelas en su carromato, detiene a unos
negreros que se dirigen a algún mercado de esclavos para vender su mercancía.
Su propósito es adquirir uno de ellos, un antiguo empleado de una plantación
que sería capaz de recordar perfectamente el rostro de los tres capataces. Tras
un intercambio decididamente violento, comienza el viaje del doctor alemán King
Schultz, convertido en cazarrecompensas y Django, ya como hombre libre, negro y
a caballo. Schultz admirado por la cualidades naturales de Django como
pistolero y como asesino le propone un acuerdo mediante el cual, los dos
trabajaran juntos durante un invierno y una vez que las nieves de hayan
derretido, lo ayudará a buscar, encontrar y liberar a su mujer Broomhilda. Y el
trabajo continúa, y en cada una de las misiones, cada uno de los pistoleros
tendrá que desempeñar un papel, como si de una comedia se tratase, para
conseguir acercarse a sus víctimas, y así el tiempo pasa y llega el ansiado
momento en el que los dos hombres localizaran el paradero de Broomhilda. Un
lugar terrible para cualquier hombre negro, la plantación de Candie. Un lugar
dónde se trabaja hasta la extenuación, y luego se muere, sin dejar más que un
cráneo vacío. Un lugar dónde, para diversión de sus invitados, los negros, los
mandingos, deben luchar entre ellos, hasta que uno caiga bajo los puños de su
adversario, su hermano en la miseria del exilio forzoso, del rapto, del
secuestro, de la opresión y dominación por parte de una supuesta raza
dominante, que encuentra placer en el dolor y en la muerte violenta de otros
seres que viven atrapados en el infierno de la sumisión y el terror ante una
posible y casi segura tortura que depende totalmente de la voluntad de su
señor. En esta plantación, en la Casa Grande, los dos hombres intentarán
establecer un acuerdo para la compra de un mandingo a un precio exorbitado,
estratagema planificada para poder de este modo, llegar hasta Broomhilda. Un
subterfugio que será descubierto por uno de los negros de la casa, un hombre
cruel, que odia a su propia raza, un hombre que se comporta como si de un
blanco se tratase, un hombre que ha olvidado su propia condición de esclavo y
su color y echa a los perros a sus hermanos de sangre. Ante tal horror, ante
tanta barbarie, un simple acuerdo pacífico, no podría ya satisfacer la
consciencia atormentada que ha asistido a tantos actos de crueldad insostenible
para un ser humano. Una mano estrechada, no puede ser la conclusión de un
contrato, ya no basta, y el instinto aflora dando paso a toda la rabia apenas
contenida, a toda la sed de venganza, desencadenando así, la furia de Django.
Al más puro estilo de Tarantino, que nos trae en esta
ocasión un western, asistiremos, durante más de dos horas, a largos monólogos
de cada uno de los personajes, que se definen y distinguen por sus palabras.
Largos discursos para introducir acciones breves, rápidas, contundente,
convincentes enmarcadas con bruscos zoom que pasarán en cuestiones de segundos
de un plano general a un primer plano recogiendo la tradición de los antiguos
westerns, así como poéticas imágenes de vaqueros que cabalgan al calor de un
hermoso atardecer. Una banda sonora escogida y cuidada como en cada película
del director, nos introducirá eficazmente en cada una de las escenas escogidas
y enmarcadas por su música. Tarantino no se resistirá, tampoco en esta ocasión
a hacer un cameo con un pequeña intervención junto a otras viejas y desgastadas
glorias como Don Johnson o Franco Nero, aunque el desgraciado papel del
director en el que apreciaremos su
rotundidad, estará abocado a un triste y previsible final.
Silvia
Trailer
Una decepción 'Django', no me esperaba un clásico pero sí una película más divertida. Apenas aparecen esos diálogos crujientes marca de la casa, y como siempre, qué pena que sus pelis estén tan vacías. ¿Cuándo encontrará messieur Tarantino algo para lo que tan bien sabe hacer: contar? Un saludo!
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