Una sala de cine, un corto mudo en blanco y negro nos
introducen en el sueño de un hombre que al despertar se introduce el mismo en
la sala de cine a través de una de las paredes de su habitación convertida en
un falso bosque de papel pegado. Un gran danés se pasea por esta sala que se
convierte en la receptora surrealista de la historia que se desarrolla a
continuación y acompañada de los sonidos que podríamos percibir en un puerto de
mar y no en un espacio cerrado y contemplado por una niña desde la ventana de
una casa con un estilo arquitectónico que nos recuerda al de una nave
comercial. Su padre, un hombre de negocios, se dirige a la limusina que lo
recoge y las puertas de su casa para llevarlo a desempeñar su tarea diaria.
Descubriremos que lo que parecía la escena poco iluminada que da comienzo a la
mañana es en realidad el atardecer preludio de la noche. Este hombre y su chófer,
una mujer que simultáneamente desempeña la función de secretaria, le acompaña
en una serie de misiones que este hombre deberá realizar. En cada una de ellas
tendrá que ejercer un rol, un papel, casi una vida distinta, caracterizándose
mediante útiles teatrales como el maquillaje, pelucas, postizos para realmente
convertirse en otra cosa. En todas ellas, el ser en el que se convertirá tendrá
en común con los demás, un físico repelente, serán siempre seres que alberguen
odio en su interior, violencia, los papeles en muchos casos tendrán que
desempeñarse con agresividad y reminiscencias religiosas que nos darán escenas
copiadas de grandes obras de arte sacra. El sexo, también presente en su
trabajo, nos conducirá por caminos perversos que tocarán la línea de lo
repulsivo. Estas tareas, nueve en total, se convertirán en parte esencial de la
piel y la carne de su intérprete. La fusión será tan intensa que por momentos,
el ejecutor no sabrá ya quién es quién y quién es él en realidad hasta que,
rendido, vuelve a la realidad de su casa y su vida marcada también por un
contexto surrealista recogiendo el estilo del inicio. Leos Carax, heredero de
Godard, vuelve al cine tras 12 años con esta historia magnética, extraña y
francamente enigmática que nos envuelve en un sueño intenso que se convierte en
exasperante de forma incremental. Sin duda, no existe un término medio para
expresar una apreciación, la fascinación o la repugnancia pero ante todo no
dejará indiferente a nadie.
Silvia
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