Edgar Allan Poe, convertido en el protagonista de esta
cinta, nos introduce en la Baltimore de principios del siglo XIX. El escritor,
incapaz ya de producir obras importantes se ve reducido a escribir críticas
para un periódico local que, en muchas ocasiones son ignoradas y suprimidas por
su editor. En este contexto y envuelto en una atmósfera lúgubre de claroscuros
un tanto forzados, Poe se convertirá, junto a un intrépido inspector de policía,
en la víctima de un misterioso psicópata que siguiendo la línea de los antiguos
relatos de Poe junto con algún toque personal, sembrará la ciudad de cadáveres
mutilados, torturados y masacrados sin piedad. Pero el objetivo final, la meta
del asesino, se centrará en una petición personal para el autor y para asegurar
el cumplimiento de sus extravagancias, secuestrará a la novia del protagonista,
una joven y dulce muchacha que intentará escapar por sus propias manos del cautiverio
sin tener demasiada fortuna. Poe se plegará ante todas las solicitudes para
recuperar a su amada poniendo su propia vida a merced de la voluntad del hombre
oculto tras las sombras de las galerías subterráneas de Baltimore. Una historia
bien estructurada, que sigue fielmente las ideas de Poe pero que se ve reducida
a una simple pantomima por la pésima y superficial interpretación de un cada
vez más autómata John Cusack que no entiende ni lo que hace ni quién es y difícilmente
podría ponerse en la piel de un escritor del que, por lo que se deduce de su interpretación,
nunca ha oído hablar. Conclusiones sin grandes sorpresas, sin espectáculo
final, que acaba casi en un momento en el que ya todo nos da igual.
Silvia
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