Segunda entrega sobre la delictiva vida de Jacques Mesrine,
enemigo público francés número 1. El delincuente sigue haciendo de las suyas,
robando bancos y todo lo que se encuentre por delante, arropado por la entrega
y fidelidad de sus secuaces. Un policía mediático es en esta ocasión su gran
antagonista que no brillará en ningún momento y en ninguna situación particular,
se perfilará simplemente como una presencia constante sin nada más que aportar.
Arrestado, condenado y encarcelado en múltiples ocasiones, Mesrine, encontrará
siempre estrambóticos medios para fugarse en una sucesión de escenas sin continuidad en la mayor parte de la película,
una trama entrecortada y confusa que pone uno tras otro diversos episodios
repetitivos e inconexos que logran, no obstante, crear un hilo conductor que aburre por su confusión e
por la incapacidad de sus actores de vivir y profundizar en la caracterización
que les ocupa. Bien estudiada la época para lo que se nos presenta numerosas referencias temporales como el golpe de estado de Pinochet o diversos periodicos que enmarcan el periodo, medidas claramente instrumentalizadoras y enfatizadas en demasía como un golpe de genio del director, en lugar de diluirse en la acción.
Silvia
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