Cinco ciudades, aparentemente muy distintas entre si, pero
que tienen algo en común y necesario, el servicio de taxis nocturno. Es tan
necesario cómo ignorado ya que nadie se plantea la cuestión de quién es la persona que nos lleva a casa
cuándo aterrizamos en un aeropuerto, por ejemplo, o cuándo volvemos de una
fiesta borrachos en la que hemos bebido para desahogarnos. La realidad
demuestra que no nos importa quién es ni que vida tiene esa persona. En la
ciudad de Los Ángeles, una joven taxista recoge en la zona de llegadas del
aeropuerto una mujer madura que, tras una banal conversación le ofrece la
posibilidad de participar en una película, de convertirse en una estrella de
cine, porque todo el mundo quiere ser una estrella de cine, sin tener en cuenta
que tal vez esa joven ya tenga sus sueños, que ya tenga su vida planificada y
sea feliz, ya que no hay que dar nada por descontado por muy apetitosa que la
oferta nos parezca. Nueva York, la ciudad dónde todos los sueños se hacen
realidad, dónde todo es posible, un taxista de origen extranjero, que apenas
sabe conducir, recoge y acompaña a su cliente hasta Brooklyn, un lugar para él todavía
desconocido. Por la carretera, se conocerán, hablarán de su pasado y de su
presente, que, sin profundizar en ello, les llevará a descubrir lo interesante
que puede ser la trayectoria vital de su acompañante. Paris, un conductor, cansado
de la cháchara de sus clientes, los abandona en medio de la calle, para,
seguidamente recoger a una mujer ciega. De nuevo, las apariencias engañan y el
ser que parecía desvalido, da una lección de vida y de entendimiento, de percepción
que demostrará que no todo se descubre a través de los ojos, que cada uno puede
ver de distintas maneras lo que ya parecía dado por descontado. Roma, un divertido
Roberto Benigni, conduce a un cura a su destino y ya que estamos, aprovecha la
oportunidad para confesarse, para confesar sus secretos más sórdidos, reflejando
a la perfección el carácter extrovertido y “pasota” típico del país latino. Y
por último, la historia nos traslada a la fría Helsinki, tras una noche de
borrachera que puede ayudar a olvidar las propias desgracias personales, que cómo
a todos, nos parecen las más terribles, descubrimos por boca del taxista, que
todo puede ser peor, que si miramos a nuestro alrededor, cualquier cosa que nos
rodea será siempre peor que nuestros problemas, y es que mal de muchos,
consuelo de tontos. Pero la oscura noche es así, y aunque no lo parezca, las cosas
más interesantes ocurren en estas solitarias horas.
Silvia
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